Currículum

Xoán Guerreiro es a la vez un paleto gallego y la paleta de Galicia. Pocos han sabido como él representar ya no el paisaje o el paisanaje de Galicia, abundantemente tratados antes y después de él, sino el carácter más íntimo del ser gallego; ese escepticismo militante e inconsciente del que ha crecido con la autarquía en su interior; esa resignación bíblica del que no espera ni pide nada, ese me voy pero me quedo de quién puede emigrar de su aldea pero no de su tierra; esa pesadumbre con retranca del que vive bajo un cielo eternamente plomizo; esa generosidad medida de quién da sabiendo lo que cuesta; ese hueco vacío en la "lareira" siempre esperando a quién siempre lo ocupó, esa ausencia constantemente presente. Guerreiro sabe transmitir en cada uno de sus cuadros ese espíritu porque se quedó pero se fue, porque no pide pero exige, porque aún se sorprende cuando un rayo de luz rompe el gris del cielo, porque espera sentado mientras está buscando, porque da pero guarda, porque en su interior siempre hay un hueco vacío esperando a ser ocupado, porque está sólo entre la multitud. Guerreiro es un poeta que pinta versos que hieren y curan; es un cantautor urbano de voz cascada que ve belleza en cada furcia vieja que comparte whisky, es un pueblerino al que le duele la desolación de la ciudad; es un vagón de mercancías que parece que viene pero parece que se va, es un residente de paso, es un faro encendido en un día despejado. Guerreiro es contradicción tatuada al óleo sobre tabla.